Much@s compañer@s se quedaron en el camino. Perdieron el rumbo, sus luces se apagaron y sucumbieron a sus demonios. Es duro cuando tu mente toma el control de ti y de tu vida pero es algo evitable… No te abandones, no seas un barco a la deriva dentro de tu propia cabeza. Es importante mirarse cada día al espejo y reconocerse. Salúdate, háblate, piensa en el día nuevo, en cómo afrontarlo, en las cosas que tienes que hacer y céntrate en mantener el control de tu vida.
El día que te mires al espejo y no te reconozcas, pide ayuda. No tardes ni un segundo. No te dejes… Es el primer paso de la autodestrucción. A veces nuestras valías son devoradas por nuestros propios demonios. La pereza, la desgana, la desidia, la ansiedad, la desazón, la tristeza, la añoranza de un pasado que creemos mejor, de un presente en el que no te sientes cómodo o de un futuro que no llega, son tus enemigos. No sucumbas a ellos. El presente es TUYO, el pasado es hace un rato y el futuro es esta tarde y tú decides qué hacer con ellos, hacia dónde camina cada uno de tus pasos. Levántate y toma una pequeña decisión, por ejemplo decide que vas a dar un paseo. Sal de casa por mucha pereza que te dé y hazlo… Si te agobias, aunque solo hayan pasado 5 minutos, decide que quieres volver a casa y hazlo. ¿Ves cómo eres el dueño de tu camino?. Así se empieza a tener el control de uno mismo. Es un primer paso que te llevará a ser consciente de que cada cosa que haces, la haces porque la has decidido tú y por tanto puedes cambiar las cosas que no te gustan. No lo olvides.
Habla con las personas en las que confías, busca ayuda, no te hundas… Siempre hay alternativa. Solo tenemos una vida y no merece la pena vivirla atormentados. Si estás en esa situación, toma las riendas y sobre todo recuerda que no estás sol@
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