Desde siempre, mi capacidad para socializar, para salir de fiesta, para charlar con la gente, para interactuar y sentirme cómodo en un cumpleaños, fiesta, etc ha sido muy limitada. Podría decir que en ese sentido mi batería se agota muy rápido y tarda mucho tiempo en recargarse.
Me ha pasado muchas veces que he quedado con alguien o con un grupo de amigos, he llegado con mucha ilusión y a la hora de estar ahí o a veces mucho antes, ya se me había agotado esa batería y quería irme a casa.
Mucho peor ha sido cuando alguien ha venido a pasar unos días conmigo o yo he ido a pasar unos días a casa de alguien. Esa presión psicológica de tener que estar haciendo algo constantemente me mata, acaba conmigo. Como si estar quietos, tranquilos durante un rato, fuera perder el tiempo o la otra persona se aburriera.
Salir a la calle todo el día, hacer turismo, caminatas, compras, desayunar, almorzar y a veces hasta cenar fuera sin poder descansar un rato en tu casa, refrescarte o simplemente cagar a gusto y tranquilo en tu baño, … me mata. Lo siento, no lo soporto. Y eso básicamente es lo que alguien espera de ti cuando va a pasar unos días contigo a una ciudad que no conoce.
Y eso me ha llevado a sentirme siempre muy mal. Porque ese agotamiento es inherente en mi y no puedo evitarlo y sucede muy pronto. A menudo en el primer día de visita. Y siento una gran frustración por no se «más vivo», más divertido o divertido durante más tiempo. Porque la otra persona lo nota. Nota que estás raro, de bajón, que no te apetece salir oooootra vez a la calle, a los bares, a la visita turística y piensa que es por él/ella y no entiende que es algo personal, que su batería dura 1.000.000 y la tuya dura 100.
Y te sientes aún peor cuando piensas «le quedan todavía 3 días aquí…». Y haces un esfuerzo titánico por estar enérgico, seguir saliendo, seguir conversando con una sonrisa y al final, lo que iba a ser unos días de un par de amigos pasándolo bien, se convierte en una mierda y en un suplicio.
A todo eso hay que sumar las variables incondicionales de nuestro trastorno como la dificultad para interpretar un amplio abanico del lenguaje no verbal, que te impide saber si esa persona está a gusto o a disgusto, si está aburrida o descansando, como interpretar un silencio prolongado y un largo etcétera de dudas que te generan aún más ansiedad.
Respecto a las salidas con amigos, no me gusta esa obligación de «salir a por todas», «a quemar las calles», no tengo esa energía, pero lo que es más importante aún, no la necesito. Soy feliz siendo así, siendo un búho, saliendo 1 día y quedándome los otros 6 en mi casa. En mi casa tengo todo lo que necesito y todo lo que me hace feliz.
Mi felicidad no está en la calle, en los bares, en las fiestas, en los grupos de gente que hablan fuerte y ríen a carcajadas, aunque también me gusta, lo disfruto cuando se trata de un grupo de amigos con los que me siento cómodo y no me cuesta ser yo mismo. Lo agradezco porque salir también es una válvula de escape, un rato de diversión, pero eso…. UN RATO. Mi batería no da para más
Comentarios